martes, junio 26, 2007

Misiones, 18 de Junio de 2007.

La provincia de la tierra colorada, los grandes ríos y la selva exuberante, está siendo vientre materno de un grito de lucha y reivindicación de nuestros derechos mas postergados.
Desde los yerbales empobrecidos por las malas políticas, que favorecen a los monopolios y mandan a las villas miserias a los pequeños productores, se ve la figura de un joven colono de apenas 21 años, proveniente de la localidad de Andresito, que a pedido de su familia decide pelear por el anhelo de sus abuelos, y sus padres, que viven y trabajan de la tierra.
El es Julio Petterson, joven misionero de manos tozudas, colono, perseverante, soñador, líder de una protesta que preocupa a los gobernantes y a los grandes empresarios de la tierra. Sus palabras son claras: reivindicar el trabajo de sus abuelos y sus padres, exigiendo un precio justo a su trabajo.
La simpatía que genera es inmensa. Ante la soberbia y las constantes mentiras de los gobernantes, este joven es claro, puro y leal a sus convicciones, le hace pensar a uno que todavía se puede enfrentar la amnesia cotidiana en la que estamos sumergidos y levantar los reclamos de los que menos tienen.
Julio es la ilusión en esta parte de la tierra, donde los postergados parecen no tener representantes. Los gobiernos son funcionales a los poderes económicos que no tienen escollos en arrasar con poblaciones enteras para generar sus negocios.
Encontrar jóvenes con sus fuerzas es raro y alienta, dan ganas de verdad de pensar qué país queremos, de ir para delante, de enfrentar la mentira en la que estamos sumergidos, equivocados quizás, pero sin mentirnos.
Expresamos la verdad de nuestros hermanos campesinos, de los hijos de la tierra que pelean con el monstruo del mercado, pidiendo precio legal a su trabajo.
Y seguramente cuando vayamos conociéndonos, intentando unir nuestros pedacitos de verdades, van a intentar desprestigiarnos, mucho por lo que somos, pero más van a intentar desprestigiarnos por lo que podemos mostrar a otros jóvenes que sufren: lo que podemos llegar a ser.

Porque en el siglo de la sed...

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