Quince dias
Parece mentira que un sueño pueda durar tanto...
Hace más de quince días que estamos navegando por el río Uruguay y recibiendo al apoyo de mucha gente que realmente nos hace sentir más que hermanos como si estuviéramos en casa.
Es difícil en estos momentos relatar todo lo que hemos vivido, ya que es complicado conseguir computadoras por esta zona, pasamos muy poco tiempo en las ciudades y ahora estamos en el primer ciber que hemos encontrado en lo que va del recorrido.
El río ha tenido mil formas, en el comienzo estaba disfrazado de lago. Nosotros teníamos conocimiento de que deberíamos sortear dos represas en esta primer etapa, pero no nos imaginábamos que fueran tan grandes.
La naciente del río quedó tapada hace ya unos años por el embalse de la represa de Machadinho, esto quiere decir que las tan esperadas correderas que pensábamos encontrar quedaron sumergidas a 130 metros.
Las aguas del embalse son muy tranquilas y el clima fue muy benévolo por lo que pudimos remar sin que deternos al mediodía, más allá de algunos momentos de descanso. Tampoco encontramos insectos, algo que creíamos iba a ser uno de nuestros mayores problemas.
Todo muy bonito para la navegación y la vida al aire libre, pero son muestras de lo que las represas han causado en el ambiente. Tampoco encontramos aves rivereñas, como garzas o biguaces. Sin duda que el río está amenazado, no solo sólo por éstas represas sino también por las otras veintidós que tienen planeadas hacer en el alto Uruguay y otras cuestiones que iremos relatando en el futuro.
Recién después de pasar la represa de Machadinho, dos días después de haber salido y con cien kilómetros en nuestras espaldas, fue que nos encontramos con el verdadero río de los pájaros, dónde la selva se cae al agua aparecieron aves y arena. Esto fue el 1 de enero.
Logramos pasar la represa gracias a la ayuda de un criador de chanchos. Montamos los dos kayaks en un acoplado repleto de pastos que olian mucho a puerco y José (el conductor) hizo muy buenas maniobras con su tractor para poner los botes muy cerca de la costa del río.
Ese día fue nuestro primer encuentro con las correderas, algunas las pasamos caminando y con los botes de tiro y otras las empezamos a navegar, probando los botes, tanteando la correnteza (como le dicen acá) y tomando confianza.
Realmente se parece al paraíso.
Ese mismo día llegamos a Marcelino Ramos en donde fuimos muy bien recibidos por un grupo de amigos, como ha sido en todos los lugares en los que hemos llegado. Aquí fue donde nuestro amigo Matheus Salvi se sumó a nuestra travesía. En principio era por dos días, pero estuvo una semana con nosotros. Gracias Matheus.
Hay muchas cosas más para compartir, esto parece un sueño que no tiene fin. Ya estamos a un día de llegar a la Argentina y no sabemos cómo agradecer todo lo que nos han brindado aquellos que nos arrimaron un plato de comida, convidaron una cerveza, soñaron con nosotros, creyeron en nuestra palabra, nos invitaron a sus casas, compartieron los pescados que hacía poco habían sacado del agua, envolvieron nuestros botes en burbujas violetas, elevaron sus palabras, nos dieron guita, nos abrazaron, nos besaron y nos quisieron.
Sin duda que ya son muchísimos los brazos que nos están acompañando.
El Agua MANDA y nosotros recibimos.
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